Se trató de una pelea explosiva en la que tanto Crawford como Canelo desplegaron sus estilos de combate sin sacrificar los fundamentos del boxeo. Una lucha de alto nivel, tanto en el plano físico como el intelectual.

La clave del triunfo de Crawford residió en su habilidad para evitar el cuerpo a cuerpo con Canelo, quien, ese territorio, podía tener algo de ventaja sobre el estadounidense. Sin embargo, al evitar ese escenario, Crawford fue ganando terreno con el pasar de los rounds.

De esta manera, el oriundo de Nebraska imponía su estilo sobre el veracruzano, moviéndose por los distintos rincones del cuadrilátero en un gran dominio del espacio. En paralelo, alternaba combinaciones de golpes rápidos, junto a algunas fintas y otros movimientos para abrir la defensa de Canelo y conectar algunos puños de forma clara.

Ya en los últimos rounds, Canelo intentó automotivarse repitiéndose a sí mismo su misión en la pelea, que era la de ganar, y buscó un golpe maestro que equiparara el fallo hacia el final de la justa, que claramente se percibía en desventaja del mexicano.
Sin embargo, Álvarez fue superado en sus propias virtudes por el estadounidense, quien tras ganarle por fallo unánime, se coronó campeón indiscutido en tres divisiones diferentes.
