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Roberto Baggio en la Juventus

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RADIO EL MUNDO DEPORTES: Roberto Baggio vivió 5 intensas temporadas en la Juventus con la presión de ser, por aquel entonces, el fichaje más caro de la historia del fútbol, y ofrecer su mejor versión para ayudar al club de Torino a conquistar la Copa de Europa y terminar con el reinado del AC Milan de Fabio Capello.

RADIO EL MUNDO DEPORTES: Su recuerdo en la Vecchia Signora evoca el de un jugador que dominaba entre líneas en una época de rígida formalidad y el de un fantasista a menudo incomprendido en la cima de sus facultades.

Pese a no conseguir los objetivos principales que le fueron asignados, acabó ofreciendo un gran rendimiento: 174 partidos, 101 goles, el Scudetto y la Coppa Italia de la 1994-1995, una Copa de la UEFA (1993), y el Balón de Oro, Jugador Mundial de la FIFA, Onze d’Or, y Premio World Soccer al Mejor Jugador del Mundo de 1993. Memorable fue su gol, y su actuación, ante el Inter de Milan de la temporada 1991-1992, en un partido que demostró porque aun a día de hoy se le considera el mejor jugador italiano de todos los tiempos.

Una tensa presentación

La convulsa situación mediática del jugador, tras su salida abrupta de la Fiorentina con graves incidentes en Florencia, obtuvo un momento de cordura y sosiego durante la celebración Mundial de Italia 90, torneo del que salió reconvertido de villano viola a gran esperanza del calcio italiano, a sus veintitrés años. Un momento de respiro antes de un nuevo episodio de gran tensión, su presentación en Delle Alpi, que supuso un auténtico polvorín que avivó aún más el fuego.

En la sala de prensa había bufandas de la Juventus sobre las sillas y, a pesar de la insistencia de los fotógrafos, Baggio se negó a ponerse una alrededor del cuello, y aún menos besarlas. Un gesto que no gustó nada a las hordas de juventinos y que dejaba perplejos a los aficionados de la Fiorentina, que no entendían nada de nada. «¿Por qué la Juve? Porque lo ha decidido el presidente, y no me ha dado otra alternativa. Voy al Mundial de viola y no de bianconeri», aseguraba el jugador.

Con su fichaje para la temporada 1990-1991, la Juventus no solo pretendía buscar un digno sucesor del número 10 de Platini, sino también reestructurarse y ser competitiva ante sus grandes rivales: el AC Milan de Van Basten/Gullit/Rijkaard, el Nápoles de Maradona y Careca, y el Inter de los 3 alemanes. En el banquillo el legendario portero Dino Zoff fue sustituido por Luigi Manfredi proviniente del Bolonia, y los delanteros Rui Barros, portugués, y Zavarov, soviético, tampoco acabarían permaneciendo en la entidad.

Inicio complicado con grandes resultados a nivel individual

Los bianconeri llevaban ocho años sin ganar un Scudetto, y el binomio Luigi Maifredi y Roberto Baggio ilusionaban, y mucho, aunque en la Supercoppa Italiana ya se pudo entrever perfectamente, que no sería un camino de rosas. El Napoli, inspirado por Diego Maradona, destrozó a la Juve con un sonrojante 5-1.

Seis derrotas consecutivas se tradujeron en un séptimo puesto final en la Serie A y la eliminación ante el FC Barcelona (que lo había intentado fichar la temporada anterior) en la Recopa y ante la AS Roma en la Coppa Italia. La única buena noticia fue que Roberto Baggio se había recuperado de un comienzo poco propicio para acabar marcando 14 goles en la Serie A y 13 en el resto de competiciones en aquella temporada de debut, siendo el máximo goleador de la Recopa. Los aficionados pudieron ver su repertorio completo en aquella primera temporada, con goles desde todos los rincones del campo, entre los que destacó un lanzamiento de falta picado durante un partido en el Camp Nou.

El momento más recordado de aquella primera temporada como bianconero fue el regreso al Artemio Franchi un 16 de abril de 1991, bajo una espectacular pitada con mosaicos incluidos. Una cámara logró captar el rostro de Roberto Baggio ante el espectáculo, abrumado ante tal recibimiento, llegando incluso a rechazar el lanzamiento de un penalti, detalle que no gustó a una afición turinesa. Otro momento icónico fue cuándo fue sustituido en el minuto 64 por Maifredi, y saludó a la tribuna viola, y un aficionado le lanzó una bufanda de la Fiore, el jugador se inclinó y la recogió del suelo, la besó y se la llevó consigo. «En el fondo de mi corazón, siempre seré púrpura», aseguraba ante los medios. El partido terminó con victoria local con una actuación estelar del viola Mareggini bajo palos.

 

Rumbo al sueño inalcanzable de la Copa de Europa

Para la 1991-1992, el presidente del Juventus, Vittorio Chiusano, despidió a Maifredi, y la Vecchia Signora recurrió a una cara conocida para sustituirle: Giovanni Trapattoni, que ya había ocupado el cargo entre 1976 y 1986, donde conquistó seis Scudetti, dos Coppa Italia y tres Copas de Europa. Durante su anterior etapa en el club, «Il Trap» tuvo a su disposición a jugadores de la talla de Michel Platini, y su planteamiento táctico de aprovechar al máximo los espacios era legendario. Baggio iba a ser la pieza clave de su equipo, pero Trapattoni tenía un gran obstáculo en el camino si quería repetir su éxito anterior. El AC Milan de Fabio Capello era un gigante que aplastaba todo lo que se interponía en su camino. El triunvirato holandés formado por Ruud Gullit, Frank Rijkaard y Marco van Basten estaba apuntalado por la solidez defensiva de Franco Baresi, Paolo Maldini y Mauro Tassotti.

En cualquier otro año, 48 puntos en 34 partidos habrían bastado para aspirar al título, pero esta vez la Juventus se las arregló para terminar segundo a ocho puntos del AC Milan, ya que los rossoneri se mantuvieron invictos y marcaron la friolera de 74 goles en una época de perfección defensiva. Roby Baggio había registrado la impresionante cifra de 18 goles, pero si se quería alcanzar al AC Milan, se necesitaba más talento en la plantilla.

Para plantar cara al monstruo de Fabio Capello para la 1992-1993, la familia Agnelli hizo un gran desembolso en fichajes, e incluso llevó a financiar parte de ellos con una gira en Japón que les llevó a enfrentarse incluso al combinado nacional japonés en la copa Soccer Festa celebrada en Tokio un 17 de agosto. Gianluca Vialli llegó procedente del Sampdoria por 12 millones de libras, junto con el internacional alemán Andreas Möller, que se unió a su compatriota Jurgen Kohler. El centrocampista inglés David Platt rechazó otras ofertas para trasladarse a Turín, mientras que el joven Fabrizio Ravanelli se incorporó procedente del Reggiana para dar un nuevo impulso al ataque. Sin embargo, el AC Milan se resistió a dormirse en los laureles y, ante las dudas sobre el estado físico de Van Basten, fichó al brillante Jean-Pierre Papin, procedente del Olympique de Marsella. También batió el récord de traspasos al arrebatar al Torino a Gianluigi Lentini tras una larga persecución aquel verano. El centrocampista creativo, uno de los talentos más codiciados del calcio, eligió a los Rossoneri antes que a la Juve.

Aquella tercera temporada de Roby Baggio en Turín terminó con un decepcionante cuarto puesto de la Juventus, mientras el AC Milan se imponía a su rival de la ciudad y revalidaba el título. Fue Europa la que proporcionó a «Il Divin Codino» su primer trofeo serio, al inspirar a la Juventus en la Copa de la UEFA, pero no fue suficiente para los apasionados tifosi. La Copa de Europa era donde exigían el desafío del club, pero en los tiempos en que solo se clasificaba el campeón, el obstáculo del AC Milan estaba resultando demasiado empinado para superarlo.

La consecución de la Copa de la UEFA

La final de la Copa de la UEFA les enfrentó a la Juventus con el Borussia Dortmund, un club al que se enfrentaría constantemente en competición europea durante los cuatro años siguientes. El primer partido de la final a doble partido se disputó en el Westfalenstadion de Dortmund, donde ambos equipos eran conscientes de que seguirían en liza cuando llegara el partido de vuelta, dos semanas más tarde.

A pesar de adelantarse en el marcador en el minuto 2 por mediación de Michael Rummenigge, hermano pequeño de Karl-Heinz, el Dortmund no tardó en remontar cuando Dino Baggio se sacó el balón de los pies y batió a Stefan Klos con un zurdazo por la escuadra. Cuatro minutos más tarde, los bianconeri se pusieron por delante. Un centro en profundidad encontró al otro Baggio, que controló el balón con el pecho antes de batir de volea al guardameta.

En el minuto 73, el chico de oro de Italia sentenció la eliminatoria. Con el balón delante de él, se las arregló de alguna manera para enviarlo a través de su cuerpo y a la esquina opuesta de la portería del Dortmund, dejando a Klos clavado en el sitio. Se puso en pie de un salto y rugió hacia el grupo de aficionados del Juventus que abarrotaban el estadio. El partido de vuelta en Turín fue un trámite (3-0), y Roby Baggio contribuyó con dos magníficas asistencias, ambas con el talón del pie derecho. Su increíble conciencia espacial y su visión panorámica de todo lo que ocurre a su alrededor no fueron más evidentes que durante este partido.

La gloria europea del Juventus y los 21 goles de Baggio le valieron el prestigioso Balón de Oro a sus 26 años, un logro realmente asombroso, ya que solamente siete años antes su floreciente carrera estaba en la cuerda floja tras aquella primera lesión de rodilla. Aunque no cabía duda de que con Baggio como capitán del equipo, bajo la tutela de Trapattoni, los Bianconeri habían mejorado exponencialmente, el AC Milan seguía siendo imparable. La Copa de la UEFA había dado tiempo a Trap, pero la presión iba en aumento.

La ascenso de Del Piero para la 1993-1994

El verano de 1993, gracias a las gestiones de Giampiero Boniperti, Alessandro Del Piero fue transferido a la Juventus de Turín por cinco mil millones de liras italianas, firmando un contrato por 150 millones de liras por temporada más premios, después de haber sido rechazado por la Associazione Calcio Milan, cumpliendo así el sueño del jugador de querer pertenecer a la sociedad turinesa. A pesar de que Giovanni Trapattoni lo promovió enseguida al primer equipo, fue transferido al equipo juvenil dirigido en ese entonces por Antonello Cuccureddu, convirtiéndose en seguida en el líder del equipo. Junto con Fabrizio Cammarata, Christian Manfredini, Lorenzo Squizzi y Jonatan Binotto condujo al club a la conquista del Torneo de Viareggio y el título del Campeonato Primavera.

Su presentación oficial en la Serie A se produjo el 12 de septiembre de 1993 en un encuentro ante la Unione Sportiva Foggia que finalizó con marcador de 1-1, ingresando en sustitución de Fabrizio Ravanelli en el minuto 74. Parecía ser el heredero de Roberto Baggio en la estricta época de los dos delanteros, así que seguramente algo tendría que ceder si el joven de Conegliano quería continuar con este estado de forma.

Pese al gran refuerzo de Del Piero, la Juve acabaría segunda, por detrás del AC Milan, y la memorable derrota por 0-1 en el Delle Alpi fue un trago amargo. El regreso de Trapattoni había dado algunos éxitos, pero el Scudetto y la Copa de Europa se les habían escapado una vez más.

El Mundial de Estados Unidos de 1994

Roberto Baggio se marchó con la Azzurra a Estados Unidos tras una nueva temporada como máximo goleador del club, y ahora pretendía trasladar ese estado de forma a la escena mundial. Algo que parecía complicado tras la derrota por 1-0 ante Irlanda en el primer partido del torneo, aunque Italia se las arregló para derrotar a Noruega en el segundo encuentro con solo diez hombres. Tras la expulsión del guardameta Gianluca Pagliuca, el seleccionador Arrigo Sacchi optó por sustituir a Roberto Baggio y dejó a Giuseppe Signori solo en la delantera, para desconcierto del jugador del Juventus. En la posterior fase de eliminatorias, Baggio se convirtió en el hombre más destacado de la selección azzurra, a la que salvó de la eliminación a manos de Nigeria y Bulgaria. Una distensión en los isquiotibiales le dejó en duda para la final, pero de ninguna manera iba a perder la oportunidad de levantar el ilustre trofeo.

La lesión le lastró en la final y, junto con el calor abrasador de California, a Baggio le quedaba poco en el depósito cuando se acercó a lanzar su penalti en la tanda. Esta vez hizo acopio de la poca fuerza que le quedaba en las piernas y estrelló el balón en el larguero. Cláudio Taffarel se arrodilló en la portería brasileña: el trofeo era suyo. La imagen de un desolado Baggio, cabizbajo y con las manos en las caderas, dio la vuelta al mundo.

A pesar de ser uno de los tres que fallaron los lanzamientos de los Azzurri en la final, Baggio fue señalado como el chivo expiatorio, pese a ser incluido en el MasterCard All-Star Team de la FIFA.

El adiós a Delle Alpi con la consecución del Scudetto

De vuelta a casa, intentó olvidar sus penas y guiar al Juventus hasta el título, ya que el envejecido AC Milan ya no era tan imperioso. Un obstáculo llegó con Marcello Lippi como nuevo entrenador del club para la 1994-1995, quien inmediatamente se propuso hacer al Juventus menos dependiente de Roby. El legendario estratega utilizaría al joven Del Piero, y con Vialli, Ravanelli y Baggio disputándose el puesto, la competencia por las dos plazas de titular se pondría al rojo vivo. La decisión de no contar con Roberto Baggio como titular indiscutible fue una de las decisiones más polémicas de la Serie A, teniendo en cuenta el Onze d’Or (otorgado por la revista Onze Mondial) y el Balón de Plata (otorgado por la revista France Football) conseguido en 1994.

Los planes de Lippi de diversificar el ataque del Juventus alejándolo de Baggio se vieron acelerados cuando, tras marcar un tiro libre marca de la casa contra el Padova, sucumbió a otra lesión. El técnico recurrió a Del Piero y, poco a poco, el talismán bianconero fue desapareciendo del equipo. Después de años de ver cómo sus esfuerzos quedaban en nada ante el dominio del AC Milan, la responsabilidad compartida en el seno del equipo de Marcello Lippi devolvió el Scudetto a Turín. Su último partido fue en la final de la Coppa Italia, cuando el entrenador lo dejó en el banquillo casi todo el partido y entró en el minuto 85. La Juve perdió en aquella ocasión contra el Parma, y Baggio se fue llorando del campo, abrazando la camiseta.

Al final de aquella temporada, se le ofreció una importante rebaja salarial para prolongar su estancia en el Stadio delle Alpi, aunque rechazó la oferta y se marchó al AC Milan, donde, pese a ganar otro Scudetto, las lesiones volvieron a empañar su carrera. Cerró el año 1995 con la consecución del Onze de plata.

 

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